Carta de Presentación de APRIC

A la comunidad de productores audiovisuales de Córdoba, a los organismos gubernamentales municipales, provinciales y nacionales interesados en fomentar la industria del audiovisual en nuestra provincia, a las autoridades universitarias de las instituciones públicas y privadas vinculadas al sector de la producción audiovisual, a otras asociaciones del medio, a la comunidad cultural de la provincia y a la sociedad en general:
APRIC (Asociación de Productores y Realizadores Independientes de Córdoba), mediante esta carta acude a ustedes para, en primer lugar presentarse e invitarlos a aunar trabajo y experiencia en esta no imposible tarea, la de reclamar el espacio para nuestra mirada desde su particularidad, proyectada al universo audiovisual del país y el mundo.
Para agilizar la producción camino a la industrialización, en la humildad del primer paso del caminante, aquel que no deja perderse en utópicos oasis y lograr trabajo genuino para una importante camada de productores que las instituciones educativas sueltan al azar o al pasaporte. En definitiva, invitando a todos a cosechar estrellas en noche de luna llena. A coordinar engranajes y garantizar nuestro derecho a ser contenidos por los organismos provinciales, nacionales y municipales en sus programas de fomento, único canal posible actuales para viabilizar la producción audiovisual en nuestro país.

El lenguaje audiovisual es por excelencia el lenguaje del futuro. Pocos mecanismos, quizás la mayoría de carácter económico, son los que en la actualidad impiden que este termine por imponerse como el medio de mayor uso a la hora en que los individuos y los grupos humanos quieran amplificar la comunicación de sus ideas, ideales, pensamientos y voluntades. En las primeras décadas del siglo pasado, el filosofo alemán Benjamín, en su memorable ensayo “La obra de Arte en la era de la reproducibilidad técnica”, terminaba por demostrar como el carácter de su reproducibilidad, permitía al cine emancipar y democratizar tanto el acceso a la obra de arte como su producción. Al mismo tiempo, advertía como esta misma particularidad la convertía en un arma peligrosa al caer en propiedad de los intereses dominantes. Lamentablemente, al mismo tiempo que observamos como a ochenta años de aquel escrito el lenguaje acapara un amplio espectro de la comunicación, vemos como estos intereses corporativos (en un lenguaje más moderno) acaparan todos los medios de producción. En el caso particular de nuestro país, este panorama se repite y ya dentro de otro paradigma de carácter político como es el eterno centralismo de nuestra república federal. Como casi todas las cinematografías del mundo, la nuestra es una cinematografía subsidiada, de otra manera la taquilla promedio haría inviable cualquier intento de producción. En un primer análisis, reconocemos esta como nuestra realidad, sin dejar de lado otros canales de discusión y debate que permitan fomentar nuevas estrategias, como la producción con medios electrónicos, el mecenazgo, los canales alternativos de distribución, las coproducciones regionales, internacionales o cualquier otra estrategia que escape a este listado, con el objetivo de generar trabajo y cultura.
Reinvindicamos nuestro derecho a la identidad, que emerge de nuestra condición de trabajadores de la cultura, desde donde forjamos las imágenes y sonidos que nos representan y que representan el ideal de sociedad en que creemos. Desde aquí entendemos lo público como un espacio de disposición legitimado por un ordenamiento jurídico que se asienta sobre una convención colectiva y por ende convierte al Estado en ese espacio destinado a fomentar el desarrollo pleno de la persona en la preservación del interés común. Postulamos la idea de que el Estado disponga su esfuerzo en fomentar el desarrollo del campo audiovisual con la pertinencia de cada jurisdicción, sobre la base de políticas claras y acciones coherentes que apuntalen el desarrollo de un espacio de trabajo para los realizadores independientes, que permita una decente inserción social a través del ejercicio de un trabajo digno.
La doble dimensión económica (industrial) y cultural de la producción audiovisual obliga al Estado a pensar en estrategias que combatan el predominio monopólico de los agentes del sector en sus distintas fases de producción, exhibición, distribución, emisión o comercialización que impiden la emergencia y consolidación de productores y realizadores independientes, atendiendo a su vez al avance y desarrollo de las nuevas tecnologías. Es por esto que consideramos impostergable la definición de una idea de cultura que rompa con las concepciones tradicionales que identifican la cultura como el espacio de lo culto, de las manifestaciones virtuosas que se desentienden de su atadura con lo social. Postulamos que la cultura debe ser entendida como la acumulación de prácticas en general que promueven la construcción de ciudadanía y que incluyen de esta forma a las distintas manifestaciones artísticas. Hacer cultura es construir ciudadanía desde una mirada superadora que se subleva a los paradigmas económicos actuales; hacer cultura es mirar lo económico de soslayo sin someterse pero entendiendo que las coordenadas actuales del campo del trabajo (del trabajo de la cultura) tampoco prescinden totalmente ni reniegan de sus condicionantes económicos y materiales. La perspectiva de las Industrias culturales obliga a pensar el campo audiovisual con agudeza y detenimiento. Industrializar la cultura debe ser un objetivo que deje a resguardo la salud social y la dignidad de quienes participan del sector y debe preservar el derecho a la promoción de nuestras propias imágenes en un marco de convicción que entienda que nuestra identidad se asienta sobre la producción y difusión de nuestras propias imágenes, nuestras propias historias, nuestra propias miradas.

Hacia el mes de mayo del año 2007, comenzamos a crear este espacio. Las opiniones eran variadas como variados eran los conocimientos previos de cada uno y variados fueron los resultados que surgieron. En aquel momento, logramos darle cierto espíritu a esa ronda de debate, que gracias a la paciencia y las ganas se continúo en el tiempo con más preguntas que respuestas. Ese fue el camino. Estamos convencidos de que la compañía nos hace más fuertes y aunando voces nos proyectamos y vamos tomando entidad. Otra de las ideas, que nace con APRIC, es la de criticar y construir, como definición. Criticar y proponer; no esperar sentados a que arriben las soluciones mágicas, si no por el contrario ofrecerlas, aportar ideas, postular opciones. Hoy sí, creemos es momento de presentarnos ante ustedes. ¿Y por qué es el momento? Porque luego de un arduo debate, tenemos algo que decir y creemos vale la pena ser escuchado, buscamos apoyo y consenso, abrimos el intercambio, queremos el diálogo.

Primera Propuesta


Como primer aporte ofrecemos el siguiente análisis: consideramos que las vías de fomento para la producción cinematográfica (documental y ficción) que propone el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales no contemplan en su totalidad los diferentes grados de desarrollo de las producciones regionales. En otras palabras, creemos que la nación no tiene un plan real de fomento de las industrias audiovisuales del interior del país. No es momento de ahondar en las causas y responsables de que esto sea así. Ahora bien, es tiempo que los realizadores del interior, aquellos exponentes locales de un lenguaje que como hemos analizado, se impondrá inexorablemente para dominar el campo de la comunicación universal, tomemos el toro por las astas y exijamos nuestro espacio. En este marco, como estrategia política, APRIC propone compartir y fomentar espacios con otras regiones, con el objetivo de crear un lugar propicio para llevar adelante las adecuaciones pertinentes para mejorar nuestra ley de cinematografía. También creemos que en este sentido sería de gran provecho que los productores y la secretaria de cultura de la provincia, logren también un marco de debate, reconociendo nuestras limitaciones pero con acciones tendientes a mejorar nuestros derechos.
Desde APRIC hemos estudiado las líneas de fomento del I.N.C.A.A y queremos hacer ver que a pesar de la falta de políticas federales, existen espacios concretos por donde empezar a fomentar un desarrollo más serio y sistemático para los productores locales. La Resolución 632/2007, por la cual el instituto Aprueba el régimen para la adquisición de los derechos de exhibición para los proyectos documentales cuyo soporte de filmación sea digital y finalización en Beta, calidad Broadcasting Internacional es la mejor alternativa para concentrar esfuerzos y recursos. Esta vía, que pone en vigencia cuatro fechas anuales de presentación de proyectos documentales en soporte digital, no supone la necesidad de contar con antecedentes para el acceso al fomento nacional, lo cual nos parece muy importante. Propone un acceso directo al 70% del presupuesto de una película documental de largometraje, hasta los 120.000 pesos, con aportes según el avance de la producción. De alguna manera, esta normativa crea un espacio muy auspicioso para el flujo concreto de recursos económicos en el mercado local de la producción audiovisual. En este marco APRIC quiere proponerle a la secretaria de cultura de la provincia, planifique y lleve a cabo un plan de desarrollo de proyectos para presentar dentro del marco de esta resolución. Una forma de llevarlo a cabo seria mediante la figura de una Incubadora de Proyectos, una verdadera fabrica de imágenes que capte capitales concretos y trabajo real para los productores y técnicos locales, pudiendo desarrollarse a través de concurso, seleccionando participantes y poniéndose en marcha un proceso de acompañamiento de dichos proyectos, facilitando su presentación y puesta en marcha. Para tal fin creemos no es necesario demasiada inversión en dinero, quizá sea mas necesaria la inversión en imaginación, coordinación y acción colectiva. Entre uno y diez proyectos que pudieran concretarse en un año, estaríamos hablando de cifras que irían desde cientos de miles de pesos a más de un millón de pesos genuinos, volcados al mercado local. Aprovechando y fomentando esta normativa, la provincia, en solo un año, conseguiría inversiones en el campo audiovisual, mayores a la de varios años anteriores. Dentro de esta misma línea de pensamiento, nos parece oportuno ir incluyendo en esta práctica el desarrollo de proyectos de ficción. La etapa del desarrollo de un proyecto es mucho más que los cimientos del producto final. Es en esta en la que se definen un diverso grupo de variables que harán viable nuestro objetivo finalmente. Y es en esta etapa donde la industria porteña se niega a considerar las realidades objetivas y especificas de producción de otras regiones del país. Pero esto es tela para otro saco, uno que APRIC intuye debe ser discutido en un debate desde y en el interior, el cual estamos dispuestos y ansiosos de fomentar.

Desde APRIC queremos llamar a toda la comunidad audiovisual de nuestra provincia a acercase a este espacio, a conocernos, principalmente a saber donde estamos parados. Deseamos realmente hacer cine en Córdoba, en el interior del país. Por lo tanto invitamos a nuestros representantes a meditar esta propuesta y exponerla al debate.

Córdoba Agosto de 2008